La princesa Victoria Alice Elizabeth Julia Marie von Battenberg, nació nada más y nada menos que en el Castillos de Windsor el 25 de febrero de 1885, hija del príncipe Luis de Battenberg y de la princesa Victoria de Hesse-Darmstadt, bisnieta de la reina Victoria.
Sorda de nacimiento, aprendió a leer los labios en inglés, francés, alemán y griego.
A los 18 años se casó en Alemania con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca. Tras el enlace, se mudaron al palacio real griego.
Cuando estalló la guerra de los Balcanes, que enfrentó a griegos y turcos, la royal se trasladó al campo de batalla y se dedicó a salvar vidas. “Brazos, piernas y cabezas destrozadas. Cambiar vendajes que llegaban hasta las rodillas, en un corredor lleno de sangre”, describiría en una carta dirigida a su madre.
Con la derrota griega, en 1922, la familia real tuvo que exiliarse.
Alicia de Battenberg se convirtió a la fe ortodoxa griega, con la que se involucró al extremo de asegurar que recibía mensajes divinos y que tenía poderes curativos. Siendo diagnosticada de esquizofrenia en 1930, debido a un colapso nervioso, lo que la llevo a ser tratada por Singmund Freud, quien consideró las alucinaciones como resultado de una frustración sexual y recomendó la aplicación de electrochoques y rayos X en los ovarios, con el fin de adelantarle la menopausia y apagar así la libido.
En 1937, Alicia viajó de Grecia a Alemania y se reencontró con su familia en el funeral de Cecilia, una de sus hijas, quien falleció en un accidente aéreo en Bélgica. Luego retornó a Grecia para dedicarse de lleno a las obras sociales.
Al estallar la II Guerra Mundial, Alicia de Battenberg se encontraba brindando asistencia en comedores para gente en extrema pobreza. Cuando llegaron las tropas alemanas a territorio griego, la princesa ocultó a una familia judía en su propia casa, eso pese a que sus hijas estaban casadas con simpatizantes nazis.
Se dice que utilizó si sordera como excusa cuando la Gestapo trató de interrogarla. Su apoyo a los más necesitados en un contexto de violencia extrema le valió el reconocimiento oficial como heroína del Holocausto, otorgado por el Yad Vashem.
En octubre de 1944, Atenas fue liberada y, a finales de ese mismo año, Alicia quedó viuda. No había visto a su esposo desde 1939.
La princesa vendió todas sus joyas reales menos los diamantes que le entregó a su hijo para que fabricara el anillo con el que le pidió matrimonio a la entonces princesa Elizabeth II. En 1947 acudió a la boda de la pareja, celebrada en la abadía de Westminster, en Londres. Aquella fue la última vez que se le vio en público luciendo ropas elegantes.
Después de eso, abandonó los lujos para siempre, vitiendo solo hábitos, (tenía solo dos).
De regreso a Grecia fundó su propia orden religiosa: la Hermandad de Marta y María, orden que funcionó durante unos años, hasta que se quedó sin fondos ni voluntarias.
Fue a vivir al Palacio de Buckingham. Falleció el 5 de diciembre de 1969.