A través de sus versos reflejó las costumbres propias del llano y del llanero venezolano. Ejerció la docencia en varios liceos de Caracas y Barquisimeto y desempeñó altos cargos públicos.
Obtuvo, en 1966, el Premio Nacional de Literatura, mención Prosa, por su ensayo: Lazo Martí: vigencia en lejanía. Su obra más famosa es el poema de Florentino y el Diablo, ejecutada en contrapunteo llanero.