La desaparición misteriosa del avión en el que viajaba fue un ardid para ocultar una verdad que hubiera dañado la imagen del carismático músico.
Glenn Miller nació en Clarinda, Iowa, Estados Unidos, el 1 de marzo de 1904. En 1938 forma su propia banda, luego de trabajar con Ben Pollock, donde conoce a Benny Goodman.
Graba sus primeros discos en abril de 1939, por supuesto en 78 r.p.m., Serenata a la luz de la luna y Litle Brown Jug , y en mayo de 1939, In the Mood , un rotundo éxito de ventas.
Obtiene grandes sucesos en la radio y en el Café Rouge del hotel Pennsylvania, donde estrena otro de sus grandes éxitos, Pennsylvania six-five thousand .
En 1940, sus utilidades llegaron a los 800 mil dólares y al año siguiente su orquesta hizo la primera de dos apariciones cinematográficas en Sund Valley Serenade , protagonizada por Sonja Henie.
El tema del filme, Chattanooga Coo Choo , del propio Miller, vendió un millón de discos y le hizo cosechar un disco de oro de la RCA Victor.
En octubre de 1942 se alista como músico en el Ejército, ocho meses después del ingreso de Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, obteniendo el rango de capitán.
En junio de 1944 se le aprobó una gira a Inglaterra para tocar ante las tropas. En los siguientes cinco meses y medio, la banda dio 71 conciertos. Un general comentó que subían la moral de las tropas «casi como si recibieran carta de casa» .
El 115 de diciembre Glenn Miller parte hacia Francia con su pequeño avión con algunos compañeros de la Air Force Orchesta. El aeroplano, del tipo Norseman, más bien pequeño, no aparecería más.
Según el libro Secretos y misterios de la historia (Reader’s Digest) y el matutino Clarín, en su edición del 18 de diciembre de 1944, los integrantes de una misión de bombardeo de la Real Fuerza Aérea británica aseguran haber visto caer un avión similar al tripulado por Miller el mismo día en que éste había despegado del aeropuerto inglés de Bedford.
El bombardero, un Lancaster, era pilotado por Victor Gregory asistido por el navegante Fred Shaw, quienes pensaban que eran involuntariamente responsables de la desaparición del Norseman, ya que habían descargado sus bombas, no utilizadas en un frustrado ataque aéreo a Alemania, y esa descarga podría haber afectado al avión de Glenn Miller.
El 15 de diciembre de 1944, en efecto, Shaw estaba a bordo del mencionado bombardero, que regresaba de una incursión abortada contra Alemania, cuando cerca de la costa Sur inglesa el bombardero soltó su carga, incluyendo una bomba de dos toneladas conocida como «galletita», que explotó a varios metros sobre el mar.
Cuando Shaw se asomó para ver la explosión, divisó un Norseman volando más abajo. Un momento después, el artillero de babor le dijo por el intercomunicador: «¿Viste caer ese avión?» .
Shaw explicó que las ondas de choque de la explosión pudieron haber derribado al pequeño avión.
La versión del navegante llevó a una investigación del Departamento de Historia Aérea del Ministerio Británico de Defensa.
Hasta entonces, la Real Fuerza Aérea consideraba la desaparición de Miller como un asunto que sólo concernía a Estados Unidos, pero el Norseman despegó de una pista inglesa con ruta hacia Francia, aunque no se archivó el plan de vuelo.
La investigación concluyó en que el Norseman pudo cruzarse con los bombarderos o estar a kilómetros del lugar de la explosión.
Es decir, nada en concreto, sólo conjeturas. Lo cierto es que nunca hubo una explicación coherente sobre la desaparición de la aeronave.
Glenn Miller, norteamericano de pura cepa, algo así como la verdadera imagen del «americano típico» de la década del 30-40, fue seguramente más un mito que un genio, una leyenda en vida y en especial a través de su desaparición tan sorpresiva y rodeada por el misterio.
Quizás nada mejor que el juicio de su viuda, de la pareja que integró una familia también típicamente estadounidense, para intentar un retrato imprescindible para entender al hombre más que al músico.
Cuando más de diez años después de la desaparición del trombonista-arreglador-dir
Mito antes que genio, es cierto, Glenn Miller, posiblemente a partir de su muerte inesperada, trascendió al mundo exterior con mayor fuerza que la de otras bandas de mejor nivel, como la de Benny Goodman, por ejemplo, un músico más dotado y de alto vuelo.
«La leyenda está allí, posiblemente sumergida en las aguas del canal -dice Clarín-, pero nadie podrá negar la impresionante repercusión del fenómeno Miller, con sus millones de discos vendidos, con esa permanencia en los oídos de todo el mundo, del sonido tan particular popularizado por ese muchacho campesino nacido el 1 de marzo de 1904 en un pueblito del Estado de Iova llamado Clarinda y que se crió con sus padres entre Nebraska y Oklahoma. Como para dejar bien completa la imagen de un norteamericano arquetípico, triunfos en las grandes ciudades incluidos» . Tal vez quizás nunca se llegue a conocer la verdadera historia sobre la desaparición de Glenn Miller -dice por su parte el libro antes mencionado Misterios y secretos de la historia – y, después de tantos años, tal vez no importe en realidad. Los que sí es importante sin lugar a duda es su música.
El 17 de enero de 1946, tras cinco meses del fin de la guerra y trece meses después de la desaparición del Norseman, la Orquesta de Glenn Miller, dirigida por Tex Beneke, debutó con éxito en el teatro Capitol de Nueva York.
Durante cinco años deleitó al público con las melodías de la era del swing. Luego, el éxito obtenido por la película The Glenn Miller Story , actuada por James Stewart, como Glenn Miller, y June Allyson, como su esposa, desembocó, en 1956, en la reedición de sus grabaciones y en una nueva Orquesta de Glenn Miller.
Según Herb Miller, hermano menor del músico, «Glenn no murió en un accidente aéreo, sino de cáncer pulmonar en un hospital» .
Con esta sorprendente declaración, Herb rompió en 1983 un silencio de casi cuarenta años. Según aseveró, Glenn abordó el Norseman el 15 de diciembre de 1944, en un aeródromo de las afueras de Londres, pero cuando el avión aterrizó, media hora más tarde, fue llevado a un hospital militar donde murió al día siguiente.
Herb Miller había apoyado la historia acerca del accidente pues su hermano quería morir como héroe y no «en una simple cama».
Herb quiso probar su versión con una carta enviada en el verano de 1944 por el muy fumador músico: «Estoy totalmente extenuado, aunque procuro comer bien. Tengo problemas para respirar. Creo que estoy muy enfermo» .
George Voutsas, director de sus programas en la radio militar, recordó una discusión nocturna acerca de proyectos para después de la guerra. «No sé por qué pierdo el tiempo haciendo planes» , decía Miller a George. «Sabes, tengo el terrible presentimiento de que ustedes se irán a casa sin mí…» .
No obstante las declaraciones de su hermano, oficialmente nunca se pudo probar la verdad de su desaparición.