El crimen de la semana, la masacre de Mountain Meadows

El crimen de la semana, la masacre de Mountain Meadows

El 11 de setiembre marca el 158 Aniversario del terrible episodio en la historia de la Iglesia conocida como la Masacre de Mountain Medows. Es el 11 de setiembre de 1857, donde aproximadamente 50 a 60 hombres de la milicia del sur de Utah, ayudados por una tribu aliada de indígenas, masacraron a cerca de 120 emigrantes quienes viajaban con carretas hacía California. Infórmese al respecto con este artículo minuciosamente investigado y documentado.

Se cumple el 159 aniversario de la tragedia del Sur de Utah conocida como La Masacre de Mountain Meadows. El siguiente articulo, el cual apareció en la revista de setiembre de Ensign (Liahona) del año 2007, fue publicado antes en los sitios web de la Iglesia por el significante interés publico. Richard E. Turley, Jr. es el autor, y ha dedicado muchos años de investigación que rodean la masacre.

El 11 de setiembre marca el 158 Aniversario del terrible episodio en la historia de La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días conocido como la Masacre de Mountain Medows. Es el 11 de setiembre de 1857, donde aproximadamente 50 a 60 hombres de la milicia del sur de Utah, ayudados por una tribu aliada de indígenas, masacraron a cerca de 120 emigrantes quienes viajaban con carretas hacía California.

El horrible crimen, donde sobrevivieron solo 17 niños menores de 8 años, ocurrió en la región montañosa del valle llamada Mountain Meadows, aproximadamente a 35 millas al sur de Cedar City. Las víctimas, la mayoría de ellos de Arkansas, realizaban el viaje a California para lograr un mejor futuro.

La Masacre de Mountain Meadows es un tema que ha sorprendido y acongojado a aquellos que han sabido de ello. La tragedia ha afligido profundamente a los parientes de las víctimas, y cargado a los descendientes de los miembros de la Iglesia generalmente con dolor y sentimientos de culpabilidad colectiva, desatando críticas a la Iglesia y creando dolorosas y difíciles preguntas que muchas veces los miembros suelen evitar o simplemente no saben cómo ofrecer una respuesta que deje bien parada la reputación de la Iglesia.

¿Cómo pudo pasar esto? ¿Pudieron miembros de la Iglesia haber participado en tal crimen?

Dos hechos hacen este caso aún más difícil de entender. Primero, ninguna cosa que los emigrantes hayan hecho o dicho, aún si todo fuese cierto, sirve en lo más mínimo para justificar sus muertes. Segundo, la gran mayoría de los perpetradores de la masacre, llevaron unas vidas decentes, antes y después de la masacre.

Como ocurre en cualquier episodio histórico, para comprender los eventos ocurridos el 11 de Septiembre de 1857, se requiere una comprensión de las condiciones de aquel tiempo, por lo cual presentamos un breve resumen en este artículo. Para un estudio más completo y documentado acerca de los acontecimientos que ocurrieron, los lectores interesados deben referirse a un libro sobre la Masacre de Mountain Meadows.

En 1857, un ejército de casi 1,500 soldados de los Estados Unidos se encontraban en marcha hacia el Territorio de Utah. Años de desacuerdos, mala comunicación, prejuicios, y disputas políticas por ambos lados crearon una creciente división entre el territorio de Utah y el gobierno federal de los Estados Unidos.

Recordando esto, es fácil ver que ambos grupos sobreactuaron – el gobierno envío un ejército para aplacar lo que se percibía como una traición en Utah, y los Santos pensaron que el ejército venía a hacerles daño, o presionarlos o aún más terrible: destruirles.

En 1858 este conflicto – conocido después como la Guerra de Utah – fue finalmente resuelto a través de negociaciones y una conferencia de paz. Debido a que los soldados del ejército de Estados Unidos y los de la milicia de Utah nunca tuvieron una batalla, la Guerra de Utah es considerada como la “Guerra sin sangre”. Sin embargo, la atrocidad de Mountain Meadows hizo mucho más que esto.

En el verano de 1857 estos soldados se movilizaron hacia el oeste junto a otros miles de inmigrantes por medio de largas caravanas. Algunos de estos inmigrantes fueron conversos Santos de los Últimos Días en ruta hacia Utah, pero la mayoría de los inmigrantes iban hacia California, muchos con una gran cantidad de ganado vacuno.

La temporada de migración trajo una cantidad tal de compañías de carretas a Utah que los Santos de los Últimos Días comenzaron a prepararse para lo que ellos creían sería una hostil invasión militar. Los Santos habían sido sacados violentamente de Missouri y Illinois hace dos décadas atrás, y temían que la historia se repitiera nuevamente.

El Presidente de la Iglesia y gobernador del territorio de Utah, Brigham Young y sus consejeros tomaron políticas basadas en esa percepción. Instruyeron a las personas para que almacenaran grano y se prepararan escondiéndolo en las montañas en caso que lo necesiten al tener que huir cuando los soldados llegaran.

“Ni un grano debería ser desechado o vendido a los mercaderes o a los emigrantes que pasen. La gente también debería guardar sus municiones y tener armas de fuego. Aquellos que las manejasen bien, adicionalmente a los hombres de la milicia del territorio, deberían estar en estado de alerta para defender el territorio en contra de los soldados que se acerquen si fuese necesario.

Estas órdenes e instrucciones fueron compartidas con los líderes a través de todo el territorio. El élder George A. Smith del cuórum de los Doce Apóstoles las llevo al sur de Utah. Él, Brigham Young, y otros líderes predicaban con una retórica ardiente en contra de los enemigos que percibían en el ejercito que avanzaba y querían formar una alianza con los Indios para resistir a los soldados.

Estas políticas de guerra exacerbaron las tensiones, así como el conflicto entre los inmigrantes que iban para California con los pobladores Santos de los Últimos Días al tener que pasar sus carretas por los poblados de Utah. Los inmigrantes se frustraban cuando no podían suplirse de víveres en el territorio tal como esperaban. Tenían dificultades para comprar grano, municiones y sus ganados, que en algunos casos incluían miles de vacas, tenían que competir con las cabezas de los pobladores locales en la limitada agua y alimento que se había en el camino.

Algunas historias tradicionales de Utah acerca de lo ocurrido en Mountain Meadows aceptan como un hecho la historia acerca de un envenenamiento provocado por inmigrantes de Arkansas los cuales deliberadamente envenenaron una fuente de agua con el cadáver de un buey cerca del pueblo de Fillmore, en el centro de Utah, causando enfermedad y muerte entre los Indios locales. De acuerdo con esta historia, los Indios se enojaron y siguieron a los inmigrantes hacía Mountain Meadows, por lo que se podría entender que cometieron las atrocidades por si solos o que también forzaron a los asustados Santos de los Últimos Días a juntarse con ellos para perpetrar el ataque.

La Investigación histórica muestra que estas historias no son precisas.

Aunque, es verdad que el ganado de algunos inmigrantes morían en el camino, incluyendo algunos cerca de Fillmore, estas muertes parecen ser el resultado de una enfermedad que afecto al ganado en los años de 1850′s al transitar sobre los caminos de tierra. Los humanos contrajeron enfermedades de los animales infectados a través de cortaduras o llagas o por comer la carne contaminada. Sin tener este moderno conocimiento acerca de la propagación de las enfermedades, es entendible que la gente sospechara que el problema era por envenenamiento propagado.

El plan de atacar a la compañía de inmigrantes se originó entre los líderes locales de la Iglesia en Cedar City, quienes recientemente habían sido alertados de que las tropas de los EUA podrían entrar en cualquier momento a través de los pasos del sur de Utah. Cedar City era el último lugar en la ruta hacia California donde se podía moler el grano (para hacer harina) y comprar provisiones, pero tal como en otros lugares los emigrantes que llegaban se sentían muy frustrados por estar muy necesitados de bienes que no estaban disponibles en la tienda del pueblo y por otro lado que el molinero cobrara una vaca entera – un precio exorbitante – para moler unos cuantos kilos de granos de trigo.

Semanas de frustración siguieron caldeando los ánimos, como ejemplo, la tensión se elevó aún más cuando un hombre inmigrante declaró que tenía la pistola que había matado a José Smith. Otros inmigrantes amenazaron con unirse a las tropas federales en contra de los Santos. Alexander Fancher, capitán de un grupo de inmigrantes, reprendió a esos hombres al instante.

Las declaraciones de los hombres eran, en mayor parte, amenazas vanas hechas en el acaloramiento del momento, pero en el encendido ambiente de 1857, los líderes de Cedar City tomaron en serio las amenazas de estos hombres. El marshal (jefe de policía) trato de arrestar algunos de esos inmigrantes en los cargos de intoxicación pública (borrachera) y blasfemia, pero fue forzado a retractarse.

La compañía de carretas hizo su salida del pueblo al par de horas, pero los agitados líderes de Cedar City no querían dejar el asunto en paz. En lugar de esto ellos planearon llamar a la milicia local para persuadir y arrestar a los hombres que les ofendieron y probablemente multarlos con algún ganado. La res y el grano eran los alimentos con las cuales los Santos planeaban poder sobrevivir si tuvieran que irse hacia las montañas cuando las tropas llegasen.

El alcalde de Cedar, mayor de la milicia, y presidente de Estaca Isaac Haight describió las quejas en contra de los inmigrantes y pidió permiso para movilizar a la milicia local por medio de un mensaje expreso al comandante de distrito de la milicia, William Dame, quien vivía cerca de Parowan, y quien también era presidente de Estaca en Parowan.

Después de haber convenido con el consejo de discutir el asunto, Dame negó la petición. “No anoten sus quejas”, escribió como su respuesta para Cedar City “Las palabras son sino como viento – no dañan a nadie; pero si ellos (los inmigrantes) cometen actos de violencia en contra de los ciudadanos infórmenme rápidamente y enseguida serán tomadas las medidas para asegurar la tranquilidad.”

Aun con el intento de castigar a los inmigrantes, los líderes de Cedar City entonces formularon un nuevo plan. Como no habían sido autorizados para utilizar la milicia para arrestar a los ofensores, entonces pensaron que podrían persuadir a los indios locales Paiute para dar una “sacudidita” a la compañía de Arkansas matando a algunos o a todos los hombres y robándoles su ganado.

Planearon hacer el ataque por el camino a California que corría a través de un estrecho del cañón del Rio Santa Clara, algunas millas al sur de Mountain Meadows. Estas eran áreas que estaban en la jurisdicción de la milicia de Fort Harmony a cargo del mayor John D. Lee, quien fue integrado a la planificación del ataque. Lee también recibía financiamiento para ayudar a los indios Paiutes locales.

Lee y Haight tuvieron una larga discusión acerca de los inmigrantes entrada la noche en la cual Lee le dijo a Haight que creía que los Paiutes podrían “matar a todos en la compañía, mujeres, y niños, al igual que a los hombres” si se les incitaba a atacar.  Haight estuvo de acuerdo, y los dos planearon el ataque, así como el posteriormente culpar por la matanza a los indígenas.

Los generalmente calmados Paiutes fueron reacios cuando les dijeron del plan. Aunque los Paiutes ocasionalmente atacaban a los emigrantes para robarles comida, no tenían una tradición de ataques en gran escala. Pero los líderes de Cedar City prometieron compartir lo que obtuviesen y les convencieron de que los inmigrantes estaban conjugados con las tropas “enemigas” los cuales matarían a los Indios al igual que a los pobladores Mormones.

El domingo 6 de setiembre, Haight presentó el plan al consejo de los líderes locales que tenían posiciones tanto en la Iglesia como en puestos civiles y militares. El plan encontró una aturdida resistencia por parte de aquellos que lo escuchaban por primera vez, despertando un acalorado debate. Finalmente, los miembros del consejo preguntaron si la propuesta se había consultado con el Presidente Young. Como la respuesta fue que no, Haight estuvo de acuerdo con mandar a un jinete de correo expreso rumbo a Lago Salado con una carta explicando la situación y planteando la preguntan sobre qué se debía de hacer.

Pero al día siguiente, un poco después de que Haight mandara la carta a Brigham Young, Lee y los Indios hicieron un primer ataque en el grupo de inmigrantes en Mountain Meadows, en lugar del cañón de Santa Clara como se había acordado inicialmente. Varios de los inmigrantes fueron muertos, pero los que quedaron pelearon contra sus atacantes, logrando que se retiraran. Los inmigrantes rápidamente pusieron sus carretas en un círculo cerrado, protegiéndose dentro de este círculo defensivo. Dos ataques más siguieron durante un asedio de cinco días.

Después del ataque inicial, dos hombres de la milicia de Cedar City, pensando que era necesario contener la volátil situación, dispararon en contra de dos jinetes inmigrantes que se encontraban a unas cuantas millas del lugar del ataque. Mataron a uno de los jinetes, pero el otro escapó al campamento inmigrante, trayendo con él la noticia que quienes mataron a su compañero eran hombres blancos, no Indios.

Los conspiradores ahora habían sido atrapados en su red de mentiras. Sus ataques a los inmigrantes habían sido entorpecidos. Su comandante militar sabría pronto que habían desobedecido descaradamente sus órdenes. Aun más, sabían que un correo dirigido a Brigham Young iba en camino a la ciudad del Lago Salado. Un testigo de la participación blanca ahora compartía las noticias dentro del refugio de los inmigrantes.

Si los inmigrantes que sobrevivieron se les dejaba de atacar y estos continuaran su camino a California, rápidamente iban a correr las noticias de que los Mormones habían estado involucrados en el ataque. Un ejército ya estaba aproximándose al territorio, y si a ellos les llegaban noticias acerca de su papel en el ataque, los conspiradores pensaron que resultaría en una reacción de parte del ejército que finalmente amenazaría sus vidas y las de su gente. Para agregar más cosas, otros grupos de inmigrantes en camino a California iban a llegar en Cedar City y Mountain Meadows en cualquier momento.

El 9 de Septiembre, Haight viajó a Parowan con Elías Morris, quien era uno de los capitanes de milicia de Haight al igual que era su consejero en la presidencia de estaca. De nuevo buscaban el permiso de Dame para llamar a la milicia, y de nuevo Dame le dijo que los hombres deberían ir a ayudar a los inmigrantes hostigados para que continuaran su camino en paz. Haight después lamento, “hubiera dado la mitad del mundo si la tuviera, para haber seguido la decisión del consejo”.

En vez de eso, cuando la junta terminó, Haight y su consejero conversaron con Dame a solas, compartiendo información que no habían compartido con el consejo: los inmigrantes acorralados probablemente sabían que eran hombres blancos quienes estuvieron involucrados en los ataques iniciales. También le dijeron a Dame que la mayor parte de estos inmigrantes habían sido muertos por estos ataques. Esta información causó que Dame, ahora aislado y sin contar con la opinión de su consejo, pensó que se había equivocado en su decisión anterior. Trágicamente, él le dijo eso a Haight, y cuando terminaron de conversar, Haight se fue sintiendo que tenía permiso de usar a la milicia.

Llegando a Cedar City, Haight inmediatamente llamó a dos docenas de hombres de la milicia, la mayor parte de ellos eran oficiales, con el fin de que se unieran a otros ya esperándolos en el sitio de Mountain Meadows. Aquellos que antes habían deplorado la violencia en contra de su propia gente en Missouri y Illinois ahora estaban por seguir virtualmente el mismo patrón de violencia en contra de otros, pero en una escala más mortífera.

El viernes 11 de Septiembre, Lee entró en el fuerte hecho de carretas de los inmigrantes con una bandera blanca y de alguna manera convenció a los asediados inmigrantes en aceptar los términos de rendición. Él les dijo que la milicia los escoltaría como seguridad para pasar el territorio de los Indios y regresar a Cedar City, pero deberían dejar sus posesiones atrás y renunciar a sus armas, en señal de intenciones pacíficas a los Indios. Los inmigrantes asustados debatieron acerca de lo que deberían de hacer pero al final aceptaron los términos, no teniendo una mejor alternativa. Habían sido acorralados por días con muy poca agua, los heridos a su alrededor estaban muriendo, y ellos no tenían suficiente munición como para hacer frente a un ataque más.

La evacuación comenzó con los niños más pequeños y los heridos, saliendo primero por medio de dos carretas, siendo seguidos por las mujeres y niños en pie. Los hombres y los jovencitos estaban al último, cada uno escoltado por un hombre de la milicia. La procesión marcho por una milla más o menos, a lo cual a una señal prearreglada, cada hombre de la milicia se volteó y mato al inmigrante que estaba junto a él, mientras los Indios se apresuraron a salir de sus escondites para atacar a las mujeres aterrorizadas y a los niños. Los hombres de la milicia se acercaron a las dos carretas del frente y mataron a los heridos a sangre fría. A pesar de los planes de culpar de la masacre a los Paiutes – y los subsecuentes esfuerzos para lograr esto – el soldado de la milicia Nephi Johnson después declaró que fueron los pobladores quienes tomaron la mayor parte en la matanza.

El mensaje expreso enviado por el presidente Young con su respuesta a Haight, con fecha de 10 de setiembre, llegó a Cedar City dos días después de la masacre. Su carta contenía las recientes noticias de que no llegarían las tropas de Estados Unidos a al territorio de Utah antes del invierno.

“Una vez más el Señor ha contestado nuestras oraciones y de nuevo ha apartado los golpes destinados a nuestras cabezas”, escribió Brigham Young.

“En cuanto a los grupos de inmigrantes pasando por nuestros poblados” continuó Young , “no debemos interferir con ellos hasta que se les notifique primero que deben alejarse. No deben de entrometerse con ellos. De los Indios debemos esperar que hagan lo que quieran pero ustedes deben de tratar de preservar buenos sentimientos con ellos. No habrán otros grupos yendo hacia el sur que yo sepa… si aquellos aún están ahí los deben dejan ir en paz. Aun cuando debamos estar alertas y siempre listos también debemos llenarnos de paciencia, preservándonos a nosotros mismos y a nuestras propiedades y siempre recordando las reglas de Dios”.

Cuando Haight leyó las palabras de Young, lloró como un niño y solo pudo decir, “Demasiado tarde, muy tarde”. )

Los 17 niños que quedaron fueron considerados “muy pequeños para contar historias” y fueron adoptados por familias locales. Los oficiales gubernamentales retiraron a los niños en 1859 y los devolvieron a sus familiares en Arkansas. La masacre terminó repentinamente con 120 vidas e inmediatamente afectó la vida de los niños que sobrevivieron y de los familiares de las víctimas. Después de siglo y medio, la masacre sigue siendo un tema profundamente doloroso para sus descendientes y para otros familiares.

Aunque Brigham Young y otros líderes de la Iglesia en Lago Salado supieron de la masacre tan pronto sucedió, su entendimiento de la magnitud de la responsabilidad de los pobladores y los terribles detalles del crimen vinieron revelándose solo con el tiempo. En 1859 fueron relevados de sus llamamientos el presidente de estaca Isaac Haight y otros líderes prominentes de la Iglesia en Cedar City que tuvieron participación en la masacre. En 1870 fueron excomulgados Isaac Haight y John D. Lee de la Iglesia.

En 1874, un gran jurado territorial acusó a nueve hombres de participar en la masacre. La mayor parte de ellos fueron eventualmente arrestados, pero solo Lee fue acusado, sentenciado, y ejecutado por el crimen. Otros hombres fueron acusados y pasaron muchos años huyendo de la ley. Otros hombres de la milicia que llevaron a cabo la masacre llevaron consigo por el resto de sus vidas el horrible sentido de culpabilidad y de las pesadillas recurrentes de lo que habían hecho y visto.

Las familias de los hombres que fueron los autores intelectuales del crimen sufrieron la condena del ostracismo o dijeron que maldiciones cayeron sobre ellos. Por décadas, los Paiutes también sufrieron injustamente ya que otras personas también los culparon por el crimen, llamándolos a ellos y a sus descendientes “quemadores de carretas,” “salvajes” y “hostiles”. La masacre llegó a ser una mancha que no puede ser borrada en la historia de dicha región.

Hoy, casi todos los descendientes de las víctimas de la masacre y familiares de ellos son Santos de los Últimos Días. Estos individuos están en una posición no muy común porque saben lo que se siente ser al mismo tiempo, un miembro de la Iglesia y un familiar de una víctima de “los mormones”.

James Sanders es el tataranieto de Nancy Saphrona Huff, una de las niñas que sobrevivieron a la masacre. “Aun siento el dolor, aun siento el enojo y la tristeza que esa masacre haya pasado”, dijo el Hermano Sanders. “Pero sé que la gente que hizo esto dará cuentas ante el Señor, y eso me trae paz”.

El Hermano Sanders, quien sirve como un consultor de historia familiar en el Quinto Barrio de Snowflake en la Estaca de Arizona, dijo que el saber que sus ancestros habían sido asesinados en la masacre “no afectó mi fe porque está basada en Jesucristo, no en alguna persona de la Iglesia”.

Sharon Chambers del Barrio 18, Ensign Lago Salado de la Estaca Utah, es la bisnieta de la niña sobreviviente Rebecca Dunlap. “La gente que hizo esto había perdido el camino. No sé que estaba pasando en sus mentes o en sus corazones… siempre lamento que esto le haya pasado a mis antepasados. También lamento que la gente haya culpado de estos actos a un grupo entero, o a una religión entera”.

La Masacre de Mountain Meadows ha continuado causando dolor y controversia por 150 años. Durante las dos últimas décadas, los descendientes y otros familiares de las víctimas y de los victimarios se han unido para conmemorar a las víctimas. Estos esfuerzos han contado con el apoyo de la Primera Presidencia, así como de oficiales del estado de Utah, y otras instituciones e individuos.

Producto de esta cooperación ha sido la construcción de dos monumentos en el sitio de la masacre, así como de placas conmemorando a los emigrantes de Arkansas. Grupos de descendientes, líderes de la Iglesia, y miembros y oficiales civiles continúan trabajando para una reconciliación y participan en varios servicios conmemorativos durante el mes de setiembre en Mountain Meadows.

Notas:

The book, authored by Latter-day Saint historians Ronald W. Walker, Richard E. Turley Jr., and Glen M. Leonard, will soon be published by Oxford University Press.
James H. Martineau, “The Mountain Meadow Catastrophy,” July 23, 1907, Church Archives, The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints.
John D. Lee, Mormonism Unveiled: The Life and Confessions of the Late Mormon Bishop, John D. Lee (1877), 219.
Mormonism Unveiled, 220.
Andrew Jenson, notes of discussion with William Barton, Jan. 1892, Mountain Meadows file, Jenson Collection, Church Archives.
Brigham Young to Isaac C. Haight, Sept. 10, 1857, Letterpress Copybook 3:827–28, Brigham Young Office Files, Church Archives.
James H. Haslam, interview by S. A. Kenner, reported by Josiah Rogerson, Dec. 4, 1884, typescript, 11, in Josiah Rogerson, Transcripts and Notes of John D. Lee Trials, Church Archives.
John D. Lee, “Lee’s Last Confession,” San Francisco Daily Bulletin Supplement, Mar. 24, 1877.
Este artículo fue preparado para LDS Newsroom y para LDS.org por Richard E. Turley, Jr., Managing Director Family and Church History Department (Departamento de la Historia de Familia y de la Iglesia).

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