Según cuentan los rumores y las leyendas, durante 300 años, los habitantes de Tsárskoye Seló han ido transmitiendo de generación en generación la historia de la existencia de misteriosos túneles y pasadizos en la villa de los zares.
En los parques del palacio de Tsárskoye Seló, hoy en día, existen unas rejas que no preservan nada, unas puertas que no se pueden abrir y una escalera que no lleva a ningún sitio. Todos los indicios parecen confirmar los rumores de que en tiempos de Nicolás II, en Tsárskoye Seló, se llevó a cabo la sigilosa construcción de un metro imperial.
En mayo de 1931 a Tsárskoye Seló, residencia de la familia imperial rusa cerca de San Petersburgo, llegó una delegación del Gobierno desde Moscú con Lázar Kaganóvich a la cabeza. Cuentan que, conociendo la inclinación de la élite del Partido hacia cualquier tipo de subterráneos, las autoridades locales decidieron mostrarles los pasadizos de Tsárskoye Seló.
Condujeron a los honorables huéspedes a un búnker de acero y ante ellos se abrió un túnel claro e iluminado y bajo su bóveda, un metro muy parecido al que habían empezado a construir en Moscú. De repente, todo se desvaneció, la comisión se quedó en un búnker vacío y ningún miembro de la comisión pudo explicar después lo que había ocurrido.
Tsárskoye Seló, donde todo parece iluminado por el sol, inspiró a poetas y compositores, pero también hay muchos oscuros puntos y misteriosos enigmas. Se respiran mitos y leyendas.
Se dice que ocurren cosas extrañas, que por las noches de debajo de la tierra se oyen ruidos de armas y disparos de pistola. Según la leyenda, son fantasmas de los oficiales que en 1917 atravesaron los pasadizos para liberar a Nicolás II. Los descubrieron, los asesinaron y los cuerpos quedaron emparedados bajo el paso subterráneo.
La leyenda de los pasadizos subterráneos ya surgió durante el reinado de Catalina I, en el siglo XVIII,la cual, al parecer, los construyó en secreto sin decírselo a su marido Pedro el Grande, para encontrarse con su amado, Willem Mons. Pero la historia acabó más bien mal: a Mons lo decapitaron y los pasadizos fueron condenados al olvido.
Durante siglos, los habitantes locales, han extendido el rumor de que de repente, como de la nada, aparecía aquí y allá Catalina II. Hasta el día de hoy, en la calle Pushkin de Tsárskoye Seló hay una casa desde la que Catalina II se encaminaba a sus secretos paseos por la ciudad. Era sabido que la zarina tenía por costumbre hacerse pasar inadvertida entre el pueblo para saber de sus necesidades y deseos.
Por eso, en Tsárskoye Seló nadie se sorprendía si se encontraban por la calle a la emperatriz. Lo sorprendente es que decían haberla visto en diferentes lugares al mismo tiempo. Más tarde, también aparecerían de la misma peregrina manera Alejandro I y Nicolás II. Extraños sucesos han ocurrido siempre en Tsárskoye Seló, los residentes locales afirman haber visto cómo en el monte Parnaso, varias veces al día, aparecían y enseguida desaparecían los miembros de la familia real.
Tomado de Internet..
Por Carmen Marín para RBTH