Cuenta la leyenda que en colonial barrio «La Calendaria» de Bogotá en Colombia, entre tantos otros, aparece el fantasma de un niño rubio, de ojos azules, al aprecer este pequeño aparece en las madrugadas cargando migas de pan en sus manos para alimentar las palomas que lo hace desde hace 300 años.
Según va la historia, el infante, quien sufría de retardo mental, y se creía el príncipe de las palomas. Las alimentaba diariamente y no permitía que nadie les hiciera daño. Aún ahora, cuentan los vecinos de la plazoleta, que cualquiera que moleste a las palomas les tire piedras o sea cruel con ellas, «pasa muy mala noche», pues el fantasma del príncipe de las palomas, no los deja dormir.