El sistema de castas impuesto por el Imperio español en América, garantizaba la supremacía de una aristocracia peninsular y criolla, elevada a sus posiciones por estatutos de limpieza de sangre que discriminaban al resto de españoles.
Las «castas» o «cruzas» (mestizos, mulatos, castizos, etc.) representan las variedades de mezclas entre las tres etnias europea, indígenas y negros y sus descendientes, sobre la que se creó una sociedad colonial estratificada. La extensión del cristinanismo de la península fue empleada por el Imperio Español en América como justificación de la conquista de las antiguas civilizaciones indígenas. Así en las colonias españolas en América, se estableció un sistema de estratificación social que estableció roles y privilegios entre las personas.
El Imperio Español consideraba que entre los seres humanos un grupo de personas pertenecían a «razas puras» (blancos, indios y negros) y otros grupo eran «castas» o «cruzas», como resultado de la concepción entre personas de diferentes «razas puras». El régimen colonial buscaba desanimar el mestizaje, desvalorizando a la personas que eran «cruza» de razas puras.
Dentro de las «razas puras», la «raza blanca» se regía por normas distintas a la «raza indígena» y esta a su vez distinta a la «raza negra», pero a su vez más cohercitivas. Dentro de las «razas puras» también había distinciones con sus hijos nacidos en América, distiguendose los españoles peninsulares y canarios (nacidos en España) de los españoles americanos o criollos (hijos de españoles nacidos en América). De modo similar, el negro nacido en África lo era del negro criollo nacido en América.
Para las personas que eran «cruzas» o «castas» se estableció una detallada clasificación, con atribución de roles, derechos y obligaciones, creando denominaciones específicas para cada «cruza»: «mestizo», «mulato», «ladino», «zambo», «cholo», «cuarterón», «chino», «osorio», «salto atrás», «tente en el aire», etc.
De este modo, por ejemplo, el castigo por un mismo delito variaba según la raza o casta a la que la persona pertenecía.
En las colonias españolas en América, el mestizaje fue un proceso paradójico, prohibido y al mismo tiempo masivo. Pese a la prohibición y a las consecuencias legales negativas, los varones españoles solían mantener relaciones sexuales irregulares con las indias encomendadas y las esclavas africanas, a la vez que varones y mujeres indígenas, afroamericanos y mestizos, mantenían relaciones sexuales entre sí. En muchos casos las «cruzas» se ocultaban y se registraban a los niños como «criollos». Muchas veces para los indígenas y negros, el mestizaje era un modo de acceder a una situación social a la que sus hijos nunca hubieran podido acceder debido a su clasificación racial.
El sistema de castas pretendió imponer en las colonias de España un orden estratificado, basado en la fragmentación étnica de la población. En la práctica, se formó una sociedad caracterizada por una gran separación de una aristocracia blanca española (pensinulares y criollos), y el resto de la población que se relacionó masivamente mediante matrimonios mixtos, en busca de mejorar su situación social. Mientras el prejuicio socio-racial de la aristocracia española fue en aumento, el resto de la población multiplicó las relaciones interétnicas y tendió a desconocer las rígidas clasificaciones del sistema español de castas, para ubicarse generalizadamente en la casta de los «mestizos» -donde eran mayoría-, sin importar cual hubiera sido la pertenencia étnica de sus antepasados.