La noche del 25 de septiembre de 1828, conspiradores asaltaron el Palacio de San Carlos en Bogotá. Hirieron y mataron a varios guardias mientras se dirigían al dormitorio del Libertador.
Ante el escándalo que se sintió, que provenía del piso de abajo, Bolívar se calzó sus botas y tomo su espada, y Manuela Sáenz, le sugirió saltar por la ventana.
Al ingresar a la habitación los conjurados buscaron sin éxito a su presa y golpearon fieramente a la bella y valiente quiteña.
El Libertador, pasó la noche tiritando bajo el puente de San Agustín, cercano al palacio, hasta que fue rescatado por sus leales. Le debía la vida a Manuelita, y al reencontrarse con cariño la llamó «Libertadora del Libertador».