Hoy voy a impactaros y a escandalizaros un poquillo, y os agradezco por vuestra paciencia y sobre todo, por vuestra comprensión.
Estas fotos son de la colección Primavera 2018 de un diseñador europeo de moda masculina (aclaro que no es la única colección de este estilo).
Las he tomado de un foro en Facebook donde han sido publicadas. Ya os hablaré sobre los comentarios que leí en el mismo, la gran mayoría negativos, y algunos muy ofensivos y agresivos, pero primero os comentaré sobre lo que yo veo.
A mi parecer esto es una manifestación de lo que yo he empezado a llamar el Movimiento de Liberación Masculina. A algunos les puede parecer que este nombre es ilógico, pero la verdad es que los hombres, al igual que las mujeres con su movimiento de liberación, hemos estado sometidos a lo que la sociedad ha considerado como «apropiado» o «masculino». En los últimos diez años he comenzado a ver la evolución de este movimiento: los hombres en muchas partes del mundo hemos vuelto a utilizar cualquier color sin importar los que «tradicionalmente» se han considerado como apropiados, la industria cosmética masculina ha empezado a tener un crecimiento extraordinario, superior a la femenina, los hombres han vuelto a utilizar joyas (si vemos retratos antiguos el hombre siempre las había usado hasta hace relativamente poco, históricamente hablando), viéndose en muchas recientes colecciones masculinas el uso de perlas, diamantes y otras piedras preciosas y semipreciosas; y estos son sólo algunos ejemplos.
Para aquellos que no conocen, o han olvidado la historia, el movimiento de liberación femenina empezó (al igual que éste) con la moda. Hace poco más de un siglo las mujeres dejaron de usar el corsé, lo cual fue considerado un escándalo a la época. Empezaron a usar maquillaje, menudo follón esto ocasionó, ya que antes sólo las prostitutas lo usaban, ninguna señora o señorita bien osaba usar polvos, labial, mucho menos sombras y otros. Luego apareció Mlle. Chanel, quien supo encarnar el sentimiento femenino de la época, ella siendo bisexual, y que impuso ropa masculina dentro del vestir femenino. Impulsó el uso de pantalones, camisas, camisetas, zapatos bajos y de diseño masculino en el mundo de la moda femenina. Claro está que los y las (aclaro esto al nuevo estilo políticamente correcto para que no quepan dudas) tradicionalistas y fundamentalistas, religiosos y de otros, pusieron el grito al cielo: «era anti-natura, vergonzoso para decir lo menos, iba contra los designios de Dios y las religiones, un claro movimiento lésbico», clamaban otros, y un sin fin de otros comentarios que ahora, visto a la luz de nuestros días, resultan desactualizados y hasta cómicos. Esto siguió por décadas, y no fue sólo hasta los sesenta con el advenimiento del “Flower Power”, que las mujeres se sintieron realmente libres de ser ellas. En la actualidad no hay mujer en nuestro mundo occidental que no se decante por pantalones, elemento tradicionalmente masculino, en su vestir diario, para daros sólo un ejemplo, pero hay muchos más. No por ello dejan de ser mujeres, ni son mucho menos femeninas, y hay algunas que los llevan mucho mejor que los hombres, si soy honesto.
Veo en esto una clara similitud en la actualidad con los hombres. Hemos empezado a dejar de ser lo que otros desean que seamos para empezar a ser lo que nosotros deseamos ser. Al igual que antaño, este movimiento ha comenzado con la moda, y al igual que antaño, han aparecido los «tradicionalistas» pegando gritos. Sorprendentemente, son los mismos comentarios que hace cien años se hacía sobre el movimiento femenino. Es la naturaleza humana el objetar el cambio, y me incluyo dentro de esto. Pero es posible también abrir un poco nuestra mente y entender el porqué y hacia dónde el mismo nos lleva. En este específico caso creo que ambos movimientos, el femenino, el cual aún se lleva a cabo, así como el recientemente inaugurado masculino, nos llevan hacia una verdadera igualdad de sexos. Nos llevan a la comprensión que si bien ambos sexos somos diferentes, somos iguales. Y esto, lo aplaudo. Aplaudo la libertad de ser nosotros y no lo que quieren que seamos, como mujer o como hombre, porque ante todo, somos individuos.
Pasando a los comentarios que leí en el foro donde encontré las fotos, la mayoría eran negativos, y algunos francamente ofensivos, insultantes y agresivos. Lo que realmente me sorprendió es ver que estos últimos provenían mayormente de mujeres. Uno esperaría más comprensión y empatía precisamente de aquellas que han sufrido la opresión, y no que fuesen más “papistas que el Papa·, para decirlo de alguna manera. Me parece una doble moral, por decir lo menos. En lo personal, siempre he dicho que un hombre machista proviene de una madre machista, es ése el inicio. Me sorprende ver que son las mujeres, quienes se han apropiado de prendas que han sido masculinas, y que son por las que más se decantan en la actualidad, las primeras en pegar el grito al cielo! ¿Cómo reaccionarían si se les dijese que sus pantalones, camisas, zapatos, cinturones son elementos masculinizantes y que por ende deberían dejar de usarlos? ¡Qué deberían regresar a las faldas, las enaguas, los corsés y a la femineidad!
Finalmente, soy honesto, no, no es algo que yo me pondría, por lo menos por ahora, ni tampoco que me guste, no lo encuentro estéticamente agradable. Confieso que soy «chapado a la antigua» y que me decanto por otro estilo más clásico y formal, pero prefiero mantener una mente amplia y ver esta moda por lo que representa, un cambio de los paradigmas anticuados y subyugantes, y un cambio hacia un mundo más igualitario en forma, pero sobre todo en fondo.
Por: Alonso Pérez de Guzmán Muguerza