A muchos, no solo mujeres, sino hombres también, nos encanta esa sensación de entar a una tienda y comprar lo primero que se nos ponga por delante. Que si lo lleva el maniqui, o si a mi amiga o amigo y le queda bien, pues me lo compro. Y así de esta forma, terminamos llevando ropa a nuestra casa que al final no nos sirve, esto generalmente porque no nos favorece.
¿Cómo solucionar este asunto?
Pues para ello debemos conocernos, si como lo lees, párate enfrente al espejo, pero no por un par de segundos, sino por el el riempo suficiente para vernos de pie a cabeza. analizarnos, y aceptarnos. Siempre nos vamos a encontar defectos, pero también extraordinarias virtudes, y esos son los puntos en los que nos tenemos que enfocar y sacarle provecho al máximo.
Si conocemos cuáles son nuestros puntos focales y a eso le agregamos saber:
1 Los colores que quedan mejor con nuestra tez, aquellos que nos resaltan y dan luminosidad al rostro.
2 Las prendas que potencian tu figura, que se adaptan a tu silueta, haciendo que tu cuerpo luzca más armonioso. De esta forma ayudas a resaltar las zonas de tu cuerpo que desees y disimular las que no.
3 La ropa escogida, debe ser adecuada a tu edad, estilo de vida y por sobre todo a tu estilo personal, porque jamás debes sentirte incómodo, todo lo contrario, mientras más cómodo te sientas, más seguridad tendrás en tí mismo. Además debes tener en cuenta el mensaje que quieres proyectar al mundo, pues tu atuendo estu tarjeta de presentación.
4 Por último, cuando compres ropa, piensa en piezas que puedas combinar y que cubran los diferentes outfits que usar según cada ocasión.
Por: María Beatriz Frías Muñoz