La corona de St. Edward’s va a ser la gran protagonista de la ceremonia de coronación del rey Charles III. Se trata de la más antigua que posee la Monarquía Británica, siendo considerada la pieza principal de las joyas de la corona, con la cual fue coronada la reina Elizabeth II.
La corona fue elaborada para Charles II en 1661. Toma su nombre de una versión mucho más antigua que pertenecía al rey y santo anglosajón Edward el Confesor. Él fue representado portando la corona y en el famoso Tapiz de Bayeux, tejido en el siglo X.
Se dice que la corona de Edward, considerada una reliquia santa tras su muerte, fue usada en las coronaciones de Enrique III y de otros reyes y reinas posteriores.
Mark Appleby, joyero de la Corona Británica desde 2017, ha sido el responsable de trabajar, en la histórica corona.
La corona tiene 444 joyas y piedras preciosas, incluyendo valiosos zafiros, rubíes, amatistas y topacios. Aunque la mayoría son aguamarinas de color azul claro y verde azulado.
La banda de la corona tiene cuatro cruces con flor de lis y dos arcos que se cruzan en el centro.
Los arcos están recubiertos de pequeñas cuencas de oro que reemplazaron anteriores hileras de perlas de imitación.
En la parte superior de la corona hay una cruz cubierta de joyas, con abalorios que cuelgan, y un orbe que representa el mundo que abarca el reino del monarca.
De oro sólido de 22 quilates, la corona de 360 años de antigüedad mide más de 30 cm y pesa casi 2,23 kg.
Las piedras en la corona solían ser removibles y eran arrendadas especialmente para la coronación. No fue hasta el siglo XX cuando se incrustaron en la corona de forma permanente.