Este lunes en Burdeos los acusados por haber abusado de la fragilidad de Liliane Bettencourt, heredera de L’Oréal, debían sentarse en el banquillo. Sin embargo, la ausencia de uno de ellos, Alain Thurin, exenfermero de Bettencourt, marcaba la apertura de la audiencia y anulaba el juicio hasta nueva orden. .
Pero Thurin es solo uno de los 10 acusados de aprovecharse de la bondad de la heredera de la marca cosmética. En el banquillo también deben sentarse el fotógrafo François Marie Banier, amigo íntimo de Bettancourt, de la que recibió regalos como obras de Picasso, cheques y seguros de vida; los exgestores de su fortuna, Patrice de Maistre y Pascal Wilhelm; o el exministro Eric Woerth, a quien se acusa de haber recibido en sobres miles de euros en efectivo.
Precisamente es Woerth quien llevó hasta la cúpula política francesa este caso que ya se ha convertido en uno de los más famosos de Francia. El exministro era tesorero del gobierno de Sarkozy y trató, presuntamente, de financiar con las “donaciones” de la rica heredera parte de la campaña del marido de Carla Bruni en 2007. Estas dádivas llevaron al expresidente de la República a estar imputado en el ‘caso Bettencourt’, pero la falta de pruebas consiguió su desimputación poco después.
Un caso destapado por la hija de la heredera. La esporádica implicación de Sarkozy y la relevancia mediática de la heredera de L’Oréal, que es, además, la mujer más rica de Europa con una fortuna de 33.000 millones de euros, según Forbes, ha convertido a este caso en carne de la prensa de todo el mundo.