Hoy Venezuela celebra la coronación canónica de la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela.
La Virgen de Coromoto fue consagrada por el papa Pio XII el 11 de septiembre de 1952, año en que los creyentes celebraban el tricentenario de la aparición de la Virgen.
Diez años antes de ser santificada, el episcopado la proclamó Celestial Patrona de Venezuela. Desde entonces la fe y la devoción por la santísima Señora se manifiestan en el día de su aniversario.
La aparición de la Vírgen
Cuenta la historia que el hecho ocurrió en Guanare, estado Portuguesa, cuando los españoles tomaron el dominio sobre las tierras de los indígenas que habitaban las zonas montañosas del país. En los Cospes habitaba Coromoto, un indio incrédulo que se negaba a convertirse al catolicismo, puesto que aseguraba que la religión católica era parte de un artificio de los europeos para quedarse con su terruño.
Si bien es cierto que los españoles querían implantar el catolicismo en Venezuela, la aparición de la Virgen es narrada hasta hoy como un hecho sobrenatural, aislado de cualquier artilugio o truco de los europeos de Occidente para empoderarse de las tierras de los nativos de Venezuela.
Según datos históricos, el pueblo de Guanare se fundó en el año 1591, tiempo en el que los indígenas que habitaban en la región de los Cospes, escaparon hacia la selva, y se ubicaron en el norte de la localidad.
Este hecho dificultaba la evangelización que la Iglesia católica había emprendido. La aparición de la Virgen ocurrió el 8 de septiembre de 1652, en esa selva a la que habían huido los nativos, allí la Virgen María, descrita por los indios como “una señora muy bonita”, se le apareció al cacique Coromoto diciéndole que para poder “ir al cielo”, debía bautizarse junto con los suyos.
El cacique sorprendido le relató lo sucedido a su encomendero, don Juan Sánchez, quien le insistió que en ocho días estuviese listo con la tribu para recibir la catequesis y el bautismo.
Aunque varios indígenas cospes aceptaron el mandato de la “señora que aparecía en el río”, el cacique Coromoto, cabeza de la tribu, se negaba, puesto que sentía que alguien le había quitado autoridad, por lo cual se decidió a enfrentar a la Virgen, sosteniendo que nadie lo despojaría de sus tierras.
Como el nativo Coromoto pensaba que la Virgen solo aparecería en los Cospes, porque quería quedarse con sus tierras, decidió huir pero la Virgen se le apareció otra vez. Coromoto enardecido por la ira, alzó su brazo para agarrarla y la imagen desapareció, para prueba de este hecho la aparición se materializó en una estampilla hecha de fibra de árbol, la reliquia que hoy se venera en el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto.
Después del hecho, el indio fue mordido por una serpiente venenosa y regresó a Guanare, herido y al borde de la muerte, pidió el bautismo, un barinés lo bautizó y en señal de agradecimiento, Coromoto se convirtió en apóstol y le pidió a los indios bajo su mando que se bautizaran.
Años más tarde, Coromoto, ahora con el nombre cristiano de Ángel Custodio, falleció durante su vejez.
Cabe destacar que junto a la Virgen de Guadalupe, son las dos únicas apariciones de la la Virgen María en el continente americano.