Hace mucho tiempo, cuando las hadas estaban en contacto con los humanos, muchos niños jugaban y reían, excepto Leila una pequeña niña que no tenía ningún amigo porque desde pequeña le gustaba estar sola. Hasta un cierto día, ella se encontraba caminando en el páramo que era un lugar cerca del pueblo donde habían muchas flores de todos colores y aromas, al tomar un lirio escuchó una voz que le decía:
– Eso no se hace las flores existen para alegrarnos y disfrutarlas no para arrancarla.
Leila se da vuelta rápidamente cuando ve una pequeña hada con un lindo vestido morado
– ¿Quién eres?
– Soy Meldi – respondió suavemente
– ¿Qué eres? – dijo leila asustada la niña.
– Soy un hada – repuso
– ¿Un hada? – mencionó asombrada Leila.
– Si, soy el hada de los sueños.
– No te entiendo ¿El hada de los sueños?, que haces aquí este no es tu hogar.
– Si soy el hada de los sueños, mi tarea es hacer los sueños de las personas sobretodo el de los niños muy armoniosos y tranquilos, y este es mi hogar.
– ¿Vives entre las flores? – consultó Leila.
– Si y no – dudó Meldi.
– ¿Cómo es eso?
– Bueno Rin es mi hermana y ella es el hada de las flores y vive en este hermoso lugar y yo vengo a visitarla, yo vivo en los sueños más placidos que las personas tienen – explicó el hada.
– ¿Y dónde está tu hermana?- preguntó Leila.
– Ella está allí-señalando un gran árbol.
– ¿Entonces ese es su hogar?
– Si, ella vive en ese árbol junto a las otras hadas. Sabes, desde hace mucho tiempo te he observado – Afirmó Meldi.
– ¿A mi? – dijo extrañada la pequeña.
– Si, eres una niña muy dulce pero no tienes amigos y cada vez que trato de entrar en tus sueños no puedo ¿sabes? los sueños más placidos son vivencias que has pasado durante el día cuando eres feliz, todo eso se refleja en un sueño y yo me encargo de que esos sentimientos permanezcan aun cuando despiertes.
– Es que yo no tengo amigos- explicó la niña.
– Debes hablar tu primero, jugar es una gran forma de hacer amistad y siempre debes tener una gran sonrisa.
En ese instante el sol comenzó a esconderse.
– Leila es hora de que vuelvas, tus padres comenzarán a preocuparse – sentenció Meldi.
– ¿Nos volveremos a ver? Preguntó Leila.
– Claro, cuando tu quieras, siempre estaré contigo, pero no de esta forma
– ¿Cómo es eso?- consultó la niña.
– A las hadas se nos permite estar junto a ustedes acompañándolos siempre y cuando ustedes no noten nuestra presencia, solo nos podrán ver en casos de emergencia –
– ¿Emergencia?
– Si cuando una persona se pierde podemos aparecer y ayudarles – contestó Meldi.
– Pero yo te quiero volver a ver- repuso la nena angustiada.
– Yo también pequeña, no te pongas triste nos veremos todas las noches cada vez que sueñes, por eso debes jugar y ser feliz de día para que te acompañe y vele tus sueños en las noches.
Así sucedió entonces, Leila comenzó a tener amigos y era una niña feliz y por las noches se divertía junto a su querida amiga Meldi.
Fuente: antesdedormir.com.ar