Hispanoamerica siempre ha sido un lugar especial que ha dado al mundo mujeres glamurosas, inteligentes, mujeres que han brillado en el ámbito del continente y fuera de el. En los mejores espacios de Eurpopa, cultural y socialmente, en este caso nos referimos a una de las grandes damas del Ecuador, Doña Manuela Muguerza y García-Moreno, quien con sus hermanas ya fallecidas Alicia y Lidia supieron dejar muy en alto siempre a su familia y a la mujer latinoamericana, en los escenarios de Francia y otros países de Europa y actualmente continúa ella haciendo en Buenos Aires, desde su exquisita residencia bonarencem donde sigue brillando con una luz especial que es parte de ella.
Hoy les traemos agradable entrevista con esta gran señora, a quien le agredecemos su genrileza al concedernosla.
¿Cuál es el secreto para ser tan chic y elegante en la edad dorada? Cuéntenos un poco sobre usted.
-Ante todo, muchas gracias por el interés en mí.
Fuimos tres hermanas en mi familia, siendo yo, la mayor; mi hermana Alicia, quien casó con el Conde de Torre Arias, padre de mi sobrino carnal Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Muguerza García-Moreno, la segunda; y Lidia, la última del matrimonio de nuestros padres. Diría, con total sinceridad, que de las tres, la más elegante siempre fue Alicia. Tenía un don natural para la elegancia, sofistificación y glamour, el cual se notaba no sólo en su vestir, sino en su humildad y sencillez en el día a día, y especialmente, en su trato hacia los demás.
Habiendo dicho esto, debo agradecer a nuestra abuela paterna, doña Regina Franco y Tola de Muguerza, quien fue como una madre para nosotras, el habernos inculcado desde nuestra niñez el concepto de que la elegancia es un estilo de vida y no un accesorio que se quita y pone. También aprendimos de ella que la coquetería, con mesura, es una expresión (entre otras) de amor hacia nosotros mismos, lo que nunca debemos olvidar. Sólo si nos queremos realmente, podremos querer al prójimo.
Me gustaría aclarar que en la actualidad el concepto de elegancia se está perdiendo, a mi parecer. Se cree que la elegancia está dada por el costo de las cosas, y que al ponerse objetos muy caros la persona se vuelve inmediatamente elegante. No podemos confundir la elegancia con la vulgar ostentación. Mi sobrino Alonso, quien es un esteta innato, siempre dice: “La elegancia es el aprecio de la belleza, y la belleza se encuentra en todo. Sólo hay que saber observar para poder verla. Por ende, cuando uno aprecia y expresa la belleza, uno es naturalmente elegante”. Comparto dicha opinión, la cual a mi parecer sumariza este concepto. Es éste el secreto para la elegancia, no sólo en la edad dorada, sino a cualquier edad. Sólo añadiría que la elegancia, sumada a la sencillez, resultan en la exquisitez.
¿Cuál considera usted fue la época más elegante para mujeres de 1900 a nuestros días?
-En lo personal siempre me he decantado por la moda inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta inicios de los años sesenta. Creo que fue en esta época en que las mujeres fuimos más elegantes. Fue una moda femenina, que prestaba mucha atención a los detalles y a los accesorios y complementos.
Cree usted difícil mantener el charm europeo en nuestro continente.
-Creo que en la actualidad Europa ha dejado de ser el punto de referencia para la moda, y la elegancia en general. Un error a mi parecer, porque Europa es la cuna de la civilización. El predominio cultural de los Estados Unidos ha influenciado enormemente en la moda actual. El charme europeo ya no está de moda; la elegancia del Viejo Mundo se considera obsoleta. Dadas todas estas circunstancias, mantenerlo en cualquier lugar del mundo, y no sólo en nuestro continente se ha vuelto muy difícil. Es por este motivo que creo que estamos llamados a encontrar nuestro estilo y ser fieles al mismo, sin prestar mucha atención a las tendencias del momento.
Su diseñador favorito y por cuál casa de moda se inclina
-Mi diseñador favorito fue M. Christian Dior. Utilizo el pasado porque me encantó la moda que él diseñó, su New Look. Tuve la buena fortuna de vivir en París durante esos años y pude asistir a sus desfiles y comprar de sus colecciones. Lo conocí en persona, y tenía una comprensión natural de la mujer, de la elegancia y el glamour. Fue una verdadera pena el que haya fallecido tan pronto en su carrera.
En la actualidad no compro mucha ropa. A lo largo de los años he acumulado atuendos de diferentes épocas, y como mis hermanas y yo siempre nos decantamos por lo clásico e intemporal, los mismos pueden ser utilizados hoy en día, con leves actualizaciones. Fiel a mi palabra, mantengo mi estilo, y si bien sé que en la actualidad los sombreros y guantes (complementos que siempre me han fascinado) no se usan mucho, sigo poniéndomelos en el día a día ya que son “ma signature”.
Pasando a otro tema, que también nos interesa tratar con usted, que experta en el ¿Su pasión por la genealogía es reciente o viene de antiguo?
-La genealogía siempre fue una afición en mi familia. Mi abuela paterna conocía mucho sobre este tema (podía recordar nuestro árbol familiar desde sus inicios en la Europa de la Edad Media), y yo crecí escuchando las historias sobre los primeros Conquistadores y Virreyes llegados a Sudamérica y al Virreinato del Perú (actuales Ecuador y Perú), y su descendencia hasta llegar a nosotras . Estas historias, que en mi niñez me parecían románticas, desarrollaron en mí el aprecio por esta afición desde pequeña.
Tiene predilección por alguno de sus antepasados? ¿Pudiera decirnos el por qué?
-Uno de mis favoritos es el santo limeño Martín de Porres, de quien soy devota. Admiro mucho su labor, y me siento muy orgullosa de que sea mi antepasado colateral.
San Martín fue hijo natural del hidalgo español, don Juan de Porras/Porres y de la Peña, Caballero de la Orden de Santiago, quien lo tuvo con una esclava liberta.
El hermano de don Juan, y tío del santo, don Martín de Porras/Porres y de la Peña pasó de España a Lima, y de Lima a mi ciudad natal, Guayaquil, donde casó con doña Catalina González de Carranza Contero y Fernández de Mendoza Ponce de León.
Doña Catalina era hija y nieta de los primeros Conquistadores de Sudamérica, de los fundadores de Guayaquil, y de los primeros terratenientes del Virreinato del Perú. Descendiente de la nobilísima casa de nobleza inmemorial de los Mendoza, de los Marqueses de Santillana, por su abuela paterna, doña Leonor de Mendoza. De la también antigua y nobilísima familia de los Ponce de León de Sevilla por su abuela materna, doña Ana Ponce de León. Doña Catalina además era sobrina de don Juan Díaz de Carranza, Conquistador de Sevilla y descendiente de los Señores de Carranza. Sus descendientes casaron con los Marqueses de Villa Rocha (1.574) ya que los Marqueses pasaron al actual Ecuador. Este matrimonio es el origen de varias de las más antiguas y tradicionales familias de la nobleza ecuatoriana y peruana, entre ellas la mía, Muguerza.
Una frase para nuestros lectores
»Sean auténticos. La autenticidad es algo que he aprendido a apreciar con la edad».