El Príncipe y plebella que más que eso era la piu bella. Todo un cuento de hsdas; la boda entre la hermosa actriz de Hollywood, Grace Kelly, y un príncipe, Rainiero III de Mónaco.
Un vestido de ensueño
Grace lucía espectacular, Helen Rose, la encargada de vestuario de la MGM, fue la creadora de un vestido que se ha convertido en un icono. Trabajó casi dos meses junto a 36 costureras para fabricar el diseño. El vestido de novia se ajustaba a la perfección al cuerpo delgado y elegante de la Kelly. Encaje de Bruselas para el cuello alto, la manga larga y un corpiño bien ajustado; una falda ondulante hecha de encaje de punto rosa, seda y tafetán y miles de pequeñas perlas cosidas a mano, era un traje para una reina. Grace llevaba el anillo de pedida que había lucido en su última película, Alta Sociedad.
Desde aquel 19 de abril de 1956, en el que se celebró una de tantas bodas del siglo, el principado no ha dejado de ser noticia. Los protagonistas de aquel enlace ya no están, pero sí su descendencia, que mantienen con nota la herencia recibida: mucho glamour, grandes fortunas, un casino que produce suculentos beneficios y una Familia Principesca.
Más de 3.000 invitados asistieron a la primera recepción. El segundo servicio, para el que Grace lució su icónico vestido, fue una de las bodas reales más memorables de la historia.
Fue apodada «la boda del siglo», con Grace como el epítome de la novia princesa de cuento de hadas. El servicio se transmitió en todo el mundo, con una audiencia de 30 millones de personas.
La pareja tuvo tres hijos: Carolina, Alberto y Stefania.