Corría el año 1864 cuando el británico Johannes Badrutt convenció a sus amigos para disfrutar del pequeño pueblo de St. Moritz, en los Alpes Suizos, durante el invierno. Situada en medio de los Cuatro Valles, fueron los miembros de la caballería británica quienes, por su afición al polo sobre nieve, le dieron esa pátina de lujo.
En este siglo y medio, la aldea dejó de serlo y es una ciudad de servicios que ha hecho del lujo su mejor acompañante y santo y seña. Además, albergó dos Juegos Olímpicos de Invierno, los de 1928 y los de 1948, siendo la única estación suiza en poder presumir de ello. Su fama es tal que tuvieron que registrar el nombre para protegerla en más de 50 países..
Y para nostálgicos, han puesto a la venta una colección de carteles antiguos de turismo invernal de St. Moritz.