Linda D’Ambrosio, el Hada Madrina de la intelectualidad venezolana en Madrid…

Linda D’Ambrosio, el Hada Madrina de la intelectualidad venezolana en Madrid…

Hay que destacar la impecable labor de esta periodista venezolana residenciada hace muchos años en Madrid, quien con gran generosidad se ha ocupado y se ocupa de brindar el apoyo posible difundiendo altruistamente, a su vez, la labor de tantos venezolanos radicados en la Madre Patria.

Nos complace poner nuestro granito de arena en ayudar a que se pueda seguir ayudando a nuestros paisanos y también que se conozca el mecenazgo generoso de esta venezolana, quien es una estupenda mujer y profesional.

Hace tiempo querida amiga, que la REVISTA TODO LO CHIC, quería hacerte esta entrevista, que por imprevistos se fue demorando; pero nos alegra muchísimo poder, al fin, conversar contigo;

– ¡Muchísimas gracias! “REVISTA TODO LO CHIC” realiza una estimulante labor no solo de comunicación, sino de formación, nutriéndonos con una cantidad de ideas  inspiradoras y que,  como su nombre  anticipa, están cargadas de buen gusto y savoir faire.

«… Lo que sí es muy duro es permanecer separada de Venezuela».

Qué sientes al estar realmente a caballo entre Venezuela, tu tierra, y España, tu hogar… ¿Es difícil compartir sucesos, hechos, que a diario se realizan en un lugar o en el otro?

– En algunos momentos he sentido que  el papel lo aguanta todo, que es fácil hablar desde la distancia y prescribir, cuando no estás experimentando en carne propia las circunstancias en que se hallan inmersos los lectores. Nunca es lo mismo. Por eso en  una época, especialmente durante el último lustro, mi columna en El Universal pretendió aportar elementos que fueran útiles para posicionarse esperanzadamente frente a todo lo que estaba ocurriendo. Procuraba que  mis textos ofrecieran cierto apoyo emocional y algún recurso práctico de cara a la situación que se vivía en Venezuela. En ese sentido, no estar inmersa en ese contexto (vivo en España desde hace 25 años) me ayudaba, porque podía ser más objetiva, aunque no tuviera nunca la dimensión exacta de lo que se estaba viviendo. Por otra parte, formo parte de ese puente que mantiene intercomunicadas las dos orillas del Atlántico: a menudo recibo mensajes de lectores que se encuentran ubicados en distintos lugares del mundo, y que se enteran  de lo que yo publico, tanto en el periódico,  como en las redes. Soy,  finalmente, receptora y comunicadora del quehacer cultural venezolano en esta orilla.  Una posición privilegiada. Lo que sí es muy duro es permanecer separada de Venezuela.

– ¿Cómo percibes la impresionante labor intelectual de nuestra diáspora por el mundo?

Cuando publiqué mi libro Venezolanos de Ultramar lo hice animada por la idea, por el hallazgo, de que había venezolanos ubicados en posiciones destacadísimas  desde mucho antes de que comenzara el éxodo. Ello, más allá de los méritos personales de cada quien, probaba la capacidad y la formación que se recibía en nuestro país, y lo que debía de darle aliento a cualquiera que se enfrentara a la tesitura de tener que abandonar Venezuela. Si unos lo habían logrado, los otros  también podríamos. 

Rafael Reif, zuliano, era el director del Instituto Tecnológico de Massachusetts; la pandemia puso en luz la eminencia del doctor José Esparza, uno de los expertos llamados a intervenir en la creación de una vacuna contra el COVID19 y una de las más bellas personas que conozco; Manuel Hernández, director de la orquesta sinfónica de Málaga, es uno de los más grandes expertos en Mozart… Llegó un momento en que dejé de reseñar a los Ultramarinos por dos razones: una, que los casos eran tan sobreabundantes que era imposible seguirles la pista a todos, y la otra, que ya había siete millones de venezolanos por el mundo: había dejado de ser necesario infundirle ánimos a aquellos que decidían migrar.

«Aquí en España los venezolanos aportan a todas y cada una de las facetas de la vida social»

Aquí en España los venezolanos aportan a todas y cada una de las facetas de la vida social, a veces de forma sistémica, como en el caso de Kalathos Ediciones o de Venezuelan Press, la asociación de periodistas venezolanos en España, uno de los más notables casos de agremiación en el extranjero, y uno de los más tempranos, pero también de forma individual, hasta con su calidez y su modo de ser en cada uno de los entornos en los que se hacen presentes.

Cuéntanos, ¿cómo haces para ser una constante introductora de nuestros paisanos en el mundo de la bohemia española?

– Eso sucede  orgánicamente. Siempre hay alguien que está haciendo algo, aquí o en Venezuela, y que quiere compartirlo con otras personas. Supongo que es el boca a boca. También es verdad que ya son años haciendo esto.

Una cosa que es importante señalar es que este es un trabajo de equipo. Yo lo que soy  es una buena conectora. Siempre recurro a mi raigambre criolla para evocar el matrimonio de la pulga y el piojo, una canción infantil en que esos dos personajes querían contraer nupcias y no contaban con recursos para celebrar el banquete de bodas. Otros animalitos iban ofreciendo sus aportes para que el enlace se llevara a cabo: “Hágase la boda que yo….” Y  cada quien iba mencionando sus dádivas. Así ha sido durante muchísimo tiempo en España. La cosa ha funcionado a punta de las colaboraciones desinteresadas de mucha gente, porque, del resto, un conjunto de inmigrantes, casi siempre muy cultos, pero muy pobres, no podían subvencionar muchos eventos.

En el modelo de gestión prevalecían ciertas ideas: la solidaridad; el deseo de que cada quien pusiera en luz sus conocimientos y sus talentos;  la aspiración de que los eventos fueran gratuitos y nadie quedara excluido (eran tiempos en los que era muy importante proveer lugares de encuentro para los venezolanos desarraigados, vapuleados por la separación y a menudo privados de otros enlaces afectivos, sin familia y sin amigos en el extranjero). Una de  mis tesis era que al migrar, sin redes y sin títulos homologados, casi todos nos veíamos en la necesidad de sobrevivir haciendo lo que fuera, sin contacto con lo que era nuestra vocación/profesión, viéndonos privados así de parte de nuestra identidad. En esas circunstancias, los eventos proveían la ocasión de rescatar lo que verdaderamente éramos: la recepcionista volvía a ser periodista y el mesonero, diseñador gráfico. Era una manera de reconectar a la gente con parte de sí mismos, de crear una vitrina en la que cada quien exhibiera lo que sabía hacer; de recibir servicios que no se podían sufragar económicamente y de que cada quien pudiera sentirse realizado en el servicio y en lo que estaba aportando. Una cosa bastante dramática,  y también bastante terapéutica.

¿Crees que la labor de los venezolanos está siendo bien valorada en círculos españoles?

Absolutamente sí, en la medida en que la van descubriendo. Creo que una de las tareas más difíciles es romper el ghetto y lograr que los españoles se aproximen a algo que no conocen, y que en consecuencia carece de significado para ellos. Me refiero a nombres o artistas. Inteligente, por ejemplo, la Piaf de Leonardo Padrón, porque apelaba a  una figura internacionalmente conocida para aproximar a la gente a actores y realizadores venezolanos. Un acierto de Johann Moreán de Las Casas  y Manuel González Mago. Hay mucha gente trabajando duro en el extranjero, como Gledys Ibarra  con el Latin Stage en Reino Unido, o la reciente experiencia de Coraje Teatro, la propuesta de Consuelo Trum para integrar gente de escena venezolana y española.

El caso de la Orquesta Cruz Diez merece capítulo aparte. Ha desempeñado un rol protagónico, por ejemplo, en la celebración del Día de la Hispanidad, tocando en la Plaza Mayor de Madrid, la más emblemática celebración española,  en una muy importante locación.

En la medida en que nos van descubriendo, la experiencia es altamente satisfactoria.

Los venezolanos te debemos mucho, Linda; tu incansable trabajo de difusión es vital para mantener informados a todos de lo que se hace en España. ¿Alguna vez te imaginaste en esta maravillosa iniciativa de ser el contacto entre el mundo cultural de Venezuela en su desempeño dentro de España?

– Ni en el mejor de mis sueños me hubiera arrogado un rol tan honroso como el que describes. Soy yo quien le debe mucho a los venezolanos y a Venezuela.

«Estoy apenas al servicio de mi país».

Estoy apenas al servicio de mi país. La vida me ha puesto en una situación privilegiada para poder gestionar ciertas cosas y he contado con el apoyo y el cariño de muchísimas personas que, o bien me han sostenido, o bien han aportado activamente a este proyecto. He trabajado mucho, pero ha sido también cuestión de suerte, de estar en el lugar indicado, en el momento oportuno y con los conocimientos y contactos necesarios. Estoy en deuda con todo el mundo.

¿Qué te inspira para hacer todo esto, con la mística que lo desarrollas?

– En mi trabajo he encontrado las fuerzas para sobrevivir a mutilaciones y vacíos. De cara a mis compatriotas, quise restañar sus heridas, porque eran las mías y, al padecerlas, podía comprenderlas mejor y  entrever también cómo aliviarlas. Podía levantar la voz  a favor de ellos, porque la distancia me ponía a salvo,  en cierto modo, aunque a la postre haya tenido que pagar un precio muy alto.

España es una tierra amable y generosa. Es mi casa, a la que he ido amando según la he ido conociendo, a la que le profeso un enorme amor y una enorme gratitud. Y es un entorno propicio para crecer y desarrollarse.

¿Algún mensaje para los que, habiendo tenido que salir de la Patria, quieren llevar adelante algún proyecto cultural?

– Pues un mensaje nada lírico, y sí muy gerencial: que comiencen por definir sus objetivos. Una vez que los tengan claros, investiguen las facilidades del entorno para poner por obra ese proyecto. Establezcan alianzas. Finalmente, se trata de desarrollar un plan operativo en el que queden claro los recursos humanos y materiales necesarios para llevarlo a cabo, y esos recursos no necesariamente dependen del dinero. Pero, eso sí: este no es terreno para dreamers: aquí entra en juego la logística y la carpintería pura y dura. Muchas, muchas horas de trabajo, y muchos años para cosechar credibilidad.

Por favor déjanos una frase para los lectores de la REVISTA TODO LO CHIC. Mil gracias y un fuerte abrazo.

Muchísimas gracias a la REVISTA TODO LO CHIC por permitirme abrir mi corazón, y que sigan cosechando éxito en su meritoria labor, particularmente en la persona de Norah Frías Muñoz y de Be Frías.

Mi frase no es mía, es de Sofía (Imber). No solo me describe, sino que espero que resulte motivadora para todos aquellos que desean acortar distancia entre los anhelos y la realidad:

“Yo no sueño: hago cosas”.  Y otra cuyo autor desconozco, pero que espero que pueda ser de utilidad: “Para salvarme de lo que vivo, vivo”.

Fotos: cortesía.