Retornar a los años 50, adquirir ropa en una galería de arte, encontrar aquel vinilo antiguo que siempre quiso tener, tomar un cóctel en un bar de hielo, recrearse en una calle repleta de arte urbano… Así es París, la capital francesa, siempre sorprendente, tentadora y original.
Ciudad de las mil caras, ciudad traidora. Escondida entre monumentos e historia, ahí está esa otra París, la que tienta al viajero y ofrece planes frenéticamente cambiantes en cada estación del año.Conviene aprovechar cada segundo en la Ciudad de la Luz porque cada calle, cada monumento, cada iglesia o cada pequeña boutique tiene siempre algo singular. Así es la inigualable París, auténtica, única, cambiante, diversa, heterogénea… Una urbe que late de día y de noche, donde en cada esquina algo nos puede sorprender o traicionar, tentar o transportarnos a un sueño del que el viajero nunca quiere despertarse…