Por ser un vino suave es una opción ideal para empezar la velada junto a un rico aperitivo. También es válido para acompañar primeros platos, como sopas, ensaladas o verduras, o incluso carnes blancas.
Además cuando hablamos de brunch, si trata de uno a eso de las 11 o 12 del medio día es un perfecto acompañante. Tanto con opciones dulces como saldas, el vino rosado es maravilloso en un brunch de media mañana.
Pero más allá de un brunch, para una tabla de quesos, el vino rosado es un gran aliado; la variedad de texturas y sabores de los distintos estilos de quesos, hace muy difícil pensar en un solo vino que combine con todos. Si usamos quesos de pasta semi-blanda (Brie, Camembert), con quesos de pasta dura, que muchas veces son salados y picantes (Cheddar, Gruyere), algún queso de cabra no muy evolucionado, y ni hablar si agregamos un queso azul (que pide maridajes más cuidados todavía). Un rosado seco de Malbec, Merlot o Pinot Noir.
Otras opciones con las cuales acompañar con un vino rosado es buena idea son las preparaciones con pollo frias, arrollados, ensaladas. Aquí las opciones son más variadas. rosados de Malbec, Merlot o Pinot Noir.
Aunque la nota hable de vinos rosados, para este tipo de platillos también van muy bien vinos blancos no muy aromáticos (un Chardonnay jóven sin madera, algún Viognier); tintos jóvenes, frutados y livianos ( Pinot Noir, Merlot); y hasta una Sidra.